Impactos psicosociales y efectos transgeneracionales del conflicto armado en la vida de niños y niñas

Organizaciones firmantes:Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos -capítulo Arauca- (CPDH), la Asociación de Mujeres Desplazadas del Meta (ASOMUDEM) y Humanidad Vigente Corporación Jurídica.
Fecha de radicación01 de abril de 2021
Radicado anteSRVR de la JEP y la CEV.
Ciudad:Bogotá.

Reseña:

Esta mañana, entre Tame (Arauca) y Mapiripán (Meta), a 20 horas de bus de la misma guerra, escuchamos a los niños y niñas de entonces, de esos años del destierro masivo de finales de los años 90, y a los de hoy en día. En los tiempos del twitter, la gente campesina tiene esa forma de expresar el dolor que habita en la poesía. La guerra hizo que se nublase nuestro proyecto de vida. Las garantías de no repetición, que tanto se nombran en el derecho internacional de los derechos humanos, son aquí las garantías de tranquilidad.  Y para poder continuar con la vida, la gente tuvo que congelar sus sentimientos (‘Nosotras’, Beristain, 2021)[1].

Los daños transgeneracionales son aquellos que transitan entre generaciones impidiendo a las personas construir redes de relaciones solidarias y minimizando su incidencia en diferentes ámbitos. La perspectiva de la trangeneracionalidad del daño permite entender la perduración de la hegemonía de los victimarios y brinda estrategias para reagrupar su repertorio de violencias. Violencias pensadas de manera estratégica y con intencionalidad para perpetuar, a través de las generaciones, la ruptura del tejido social y así su hegemonía.

El 10 de abril de 2021 presentamos a la JEP y la CEV el informe ‘Impactos psicosociales y efectos transgeneracionales del conflicto armado en la vida de niños y niñas’ que esla sistematización de los encuentros de socialización intergeneracionales, historias de vida, entrevistas no estructuradas y encuestas que desarrollamos con 60 personas entre los 10 y los 44 años de edad, provenientes de los departamentos del Meta y Arauca, que vivieron la violencia del conflicto armado como víctimas directas, indirectas o testigos desde temprana edad.

Este informe, además, nos permitió emprender la consolidación de nuestra apuesta organizacional en materia de acompañamiento psicosocial, en ese sentido consideramos que nuestro enfoque psicosocial parte de un análisis macro y micro de contexto, abarcativo de la realidad social, política y cultural no esencializado ni conductual, con el cual buscamos identificar a quienes están marginados del poder y de los recursos de las sociedades en las que trabajamos. Partimos de ese reconocimiento, para seguidamente leer diferenciadamente los conflictos y sus efectos, a un nivel emocional, relacional y social. La no esencializacion implica ver las identidades como narrativa lábil que fluye y se adecua, pues las versiones de quien se es, no son estáticas, en condiciones normales se van transformando en el tiempo y están medidas por las emociones que emergen en la relación con los otros.

Abordar el trauma transgeneracional implicó entender que la única forma de fijar una representación es mediante un ejercicio de violencia. Los participantes del informe dieron cuenta de ello al afirmar que los victimarios se volvieron omnipresentes, experiencia que fue agudizada y perpetuada por el contexto de impunidad. En condiciones normales los NNAJ plantan una relación dialéctica con los marcos de su cultura, que resulta en distintas trayectorias de fuertes movimientos, no obstante, por causa de la violencia debieron ‘encapsularse’, tal y como lo calificaron en los encuentros los participantes.

Encapsularse implicó guardar silencio, sentir profunda culpa y responsabilidad por lo sucedido, no ser visible, pasar desapercibido/a, llorar en silencio, estar siempre solo, no contarle a nadie, preferir no denunciar, escuchar la estigmatización de la comunidad, no llevar la contraria, resignificar la muerte como única salida, sentirse indigno de derechos, no ponerse en evidencia, etc. ‘De esa forma se limita la posibilidad de construir memoria desde las voces de las víctimas, su silencio permite que sean las voces del perpetrador las que se impongan en las versiones de la historia que conoce la sociedad y las futuras generaciones’(p:60).

El encapsulamiento del individuo garantiza que se mantenga aislado y su eficacia radica en que se trasmite por generaciones y se extiende a lo ancho de toda la parentela si no media un dispositivo que opere en contra.  El reconocimiento de los daños del conflicto armado en relación al sistema que los produce y del cual algunos se favorecen, vinculado todo a procesos de vindicación de derechos, ha sido ese dispositivo mediante el cual hemos operado en las comunidades para cortarle el tránsito generacional a los daños y en su lugar dejar una red de solidaridad radical.


[1]El 12 de abril, el Comisionado Carlos Beristain, escribió en el blog de la Comisión de la Verdad, en la entrada ‘Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad’, la publicación ‘Nosotras’, alusiva a la presentación del informe y a la cual pueden acceder pulsando sobre en el siguiente enlace:  https://web.comisiondelaverdad.co/actualidad/blogs/nosotras-una-maleta-colombiana

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